jueves, 3 de abril de 2008

Un mundo que no es de este mundo

Un mundo que no es de este mundo.
Héctor Pelayo

Esta historia empieza en Londres, con Jony, un niño chaparro para su edad, pelirrojo, que estaba en la escuela pública 8 y se encontraba sentado comiendo en el recreo solo, porque no tenía amigos. Resulta que era el niño nuevo así que llegó con él Jimmy la chica más bonita y popular de la escuela y empezó a platicarle un buen rato. Sin saber por qué recibe un golpe en la cara que lo tira de donde estaba sentado a la tierra. En cuanto alzó la mirada para ver quién era recibió otro golpe. La directora los vio peleando y llamó a sus respectivas madres. Cuando llega a su casa cansado y golpeado su padre lo regaña y sus otros dos hermanos lo molestaron diciéndole ¨perdedor¨, débil, tonto… Va a su cuarto en el que encuentra a otro hermano que también lo empieza a molestar, entonces se va al ático y se encierra hasta que dejó de escuchar regaños y burlas y empieza a llorar y a destruir y aventar todo lo que veía a su paso. Después empezó a golpear el suelo hasta que rompe el piso y ve un libro rojo

Cuando lo abre, cae una nota semi quemada que decía: “al abrir este libro encontrarán un mundo anterior a la llegada de la oscuridad, por que yo, el defensor de esta tierra, fallé en la misión de impedir de que la oscuridad reinara, así que ahora es “tu” misión; pero tienes que cumplirla antes del quinto amanecer, sino el libro se cerrará y quedarás atrapado”.

Cuando estaba a punto de abrir el libro llega su padre para hablar de lo que había sucedido en la escuela. Él le platicó lo del pleito y la chava así que el padre le dijo: - Dentro de tu interior se encuentra un gran potencial, lo que debes hacer es encontrarlo y ponerlo en práctica.

Después se fue a dormir, se levantó y se fue a la escuela. Al final resultó un día de escuela trabajoso y muy duro. Llegó el momento de la salida y vio al tipo que lo golpeó, lo agarró, lo puso contra la pared y le previno que nunca más se le acercara a su novia.





Jony enojado se fue a su casa, subió al ático, tomó el libro, lo abrió y después vio que su entorno cambiaba. Estaba en la Edad Media, en una pequeña casa donde que se encontraba un duende diminuto. Cuando el duende lo ve, con un brinco lo tumba en el suelo y recién le pregunta: - ¿Quién eres tú? Jony le responde viene de un libro y que es Jony Dumber el duende lo ve con asombro y le dice - ¡Tú eres el nieto de Nicols Dumber! Pero él desapareció hace años, yo lo conocí, era un gran sujeto y también un gran peleador y era quién debía defender este mundo… pero falló y yo sé dónde está el castillo del Sr. Vender, el rey falso. Hace mucho, una gran batalla se libró y en la que tu abuelo combatió y perdieron, así que esa misión se te trasfiere a ti.
- ¡Pero yo no sé pelear!
- Si ése es el único inconveniente, nosotros los duendes te enseñaremos a pelear como un verdadero caballero.
En ese momento entra una niña que parecía de la edad de Jony pero con las orejas puntiagudas y toda vestida de verde y Jony siente que empieza a gustarle.
Al siguiente día despertó muy temprano para poder empezar su entrenamiento. Primero fue la lucha con espadas y le enseñaron a defenderse y atacar; después a montar caballo y atacar. De pronto cuando estaba descansando, sufre una emboscada y Jimy supo defenderse bien, pero como estaba un poco cansado, fue vencido fácilmente y lo capturaran.

Cuando entraban al castillo del Sr. Vender vio en un balcón a una bella princesa; sus miradas se cruzaron enamoradas, como si ya se conocieran. Después lo meten al calabozo. Cuando se repone, ve un anciano maltratado quien le pregunta cómo se llama. - Soy Jimy Dumber
- ¡Mi nieto! ¡No puede ser! dice el anciano loco y los dos se abrazan con fuerza.
- Abuelo, tengo una pregunta. ¿Porqué nosotros somos la esperanza de este pueblo?
- Porque nuestro antepasado era el rey de estas tierras pero él gobernaba con justicia y con sabiduría y esa sabiduría la heredamos. Por eso es nuestro deber es defender nuestras tierras y proteger a sus habitantes.

En eso se escucha una gran explosión. Era un contraataque de los duendecillos que lograron rescatarlos. Cuando iban huyendo, una flecha atravesó el cuerpo del abuelo. Mientras caía al suelo le dijo - Depende de ti ya no de mí. Y una gran luz amarilla se transfiere a Jony.
Sin explicarse cómo, entiende toda la historia de quiénes eran sus antepasados, cuáles eran sus ideales y las estrategias de lucha que constituían un secreto para todos los demás.

- Necesito pelear ya, quiero terminar con las injusticias y recuperar mi tranquilidad
- ¡Qué bueno! Tenemos un ejército preparado para marchar cuando dispongas.
Entonces, alza la mirada ve quince mil guerreros, duendes, gigantes, todo tipo de criaturas dispuestas a pelear por su libertad.
- Atacamos en el amanecer- era la mañana del cuarto día.

Al día siguiente todos estaban listos. Muchos sabían que no regresarían con vida, otros sí tenían fe. Los pensamientos que le pasaban por la mente a cada soldado mientras marchaban al campo de batalla estaban llenos de confianza y valor. Mientras se acercaban aumentaban los nervios. Ya próximos descubren que el otro grupo es de mayor tamaño que el suyo, pero no les importa. Tienen la justicia de su lado y éso les da más confianza. Los dos ejércitos corren hacia la gran batalla, que se libró como nunca antes se había hecho. Jony se abrió paso entre los guerreros para llegar al Sr. Vender porque sabía que asesinándolo era la única manera de triunfar. Cuando llega con él comprueba que solo puede derrotar a diez soldados, juntos y de mayor experiencia. Tiene el valor de enfrentarlos. Cuando siente que las fuerzas le abandonan, Jony ya exhausto, recuerda a su abuelo. Reacciona, se llena de furia y ataca sin piedad. Arremete contra el Sr. Vender hasta dejarlo sin vida . En ese instante, todo el mal se desvanece, los guerreros trinfuantes gritan de gozo y alegría.

Jony se encuentra con la duendecilla y también se abrazan. Ambos comprenden que su pareja fundará la estirpe de los seres sin maldad, libre de los vicios del poder, por los que lucharon desde épocas inmemoriales, en la que creía su abuelo.

La princesa y la plebeye


Mariette Bijman

La mina

Ana Paula Yerenas

Un día, la familia Azanza y la familia Camarena, decidieron ir a un lugar nuevo donde nunca nadie había ido, o mejor dicho, estaba abandonado. Cuando llegaron a ese lugar desconocido, Carlos, que era el hijo menor de la familia Camarena, pregunta a su padre: -¿En este lugar podremos tener aventuras?, y le contesta, -¡Claro, y serán bastante divertidas!, pero en este momento tenemos que buscar en dónde podamos pasar la noche.

A lo lejos alcanzan a ver un portón que a primera vista se encontraba bastante maltratado y no contaba con ningún elemento para poder llamar a alguien que les abriera y a quien le solicitaran hospedaje. Esperaron por un momento y al no recibir respuesta, empezaron a empujar el portón con tal fuerza, que comenzó a abrirse muy lentamente haciendo un ruido estremecedor y horrorizante, como si se tratara de una película de terror. Detrás de la oscuridad de la puerta y con los rayos del sol que entraron en el momento de abrir el portón, percibieron un horrible olor que salía del interior. Entonces descubrieron que se trataba de la entrada de una mina.
El miedo empezó a invadirlos, sin embargo todos decidieron entrar a averiguar de qué se trataba y la oscuridad que los envolvía iba haciéndose más densa al ir avanzando, a cada paso, tanto que los obligó a pensar que podría ser peligroso el permanecer ahí dentro. Luego, escucharon un pequeño ruido salir desde el fondo de la mina. El miedo los invadió y comenzaron todos a correr para alcanzar la puerta de salida. Carlos, que nunca había tenido miedo, ni siquiera cuando le contaban historias de terror, decide no seguirlos y quedarse en el interior de la mina para investigar.

Después de un largo rato de caminar por el bosque, el resto de la familia, alcanza a ver a lo lejos una luz que provenía de un valle en el centro del bosque. Al llegar ahí se encontraron con una cabaña con las habitaciones suficientes para albergarlos y así para pasar la noche. Rodrigo, el hijo menor de la familia Azanza, pregunta -¿Dónde está Carlos? Gerardo, papá de la familia Camarena, inmediatamente empieza a buscarlo y se da cuenta que no estáentre ellos. Pregunta a todos si lo habían visto y al escuchar respuestas negativas, comienza a buscarlo cerca de la cabaña, pero sin encontrar rastro de él.

Mientras tanto, Rodrigo inició su búsqueda regresando por el mismo camino que habían recorrido anteriormente hasta llegar al portón de la mina. Entró, cruzó el portón y se da cuenta que una sombra pasa de manera muy rápida frente a él. Siente mucho miedo y de inmediato piensa -¡Ésa puede ser una broma de Carlos! Así que grita muy fuerte -¡CARLOS!, recibiendo como respuesta sólo el eco de su voz. Comienza a caminar adentrándose en la mina para tratar de encontrarlo. Después de un largo rato de búsqueda, Rodrigo intenta regresar hacia la salida, pero se encuentra con dos caminos que se separan uno de otro dentro; toma el camino que cree será el correcto para alcanzar la salida y al poco tiempo se da cuenta de que se está perdido dentro de la mina.

En el bosque continúan las dos familias buscando a Carlos y al momento de reunirse nuevamente en la cabaña se dan cuenta de que tampoco Rodrigo había regresado de la búsqueda, por lo que ahora son dos los que se encuentran perdidos.

China, la hija menor de la familia Azanza, propone ir a buscarlos a la mina, ya que Rodrigo le había comentado en el camino hacia la cabaña que le gustaría tener una gran aventura, igual que lo había señalado Carlos.
Cuando se dirigían hacia la mina se dieron cuenta que había una cascada muy grande y bonita con el agua tan clara que parecía en su caída el gran velo de una novia. Las nubes empezaban a aparecer y en pocos minutos se desat una ´fuerte tormenta que los obligó a refugiarse bajo el portón de la mina. Al cruzar el portón e internarse en la oscuridad, percibieron la misma sombra que Rodrigo vio, sin embargo no le dieron mayor importancia. Se dividieron para buscarlos y después de mucho tiempo localizaron a Rodrigo, quien les señaló el camino que tal vez siguió Carlos. Sin embargo era demasiado tarde y la oscuridad de la noche los obliga a regresar para continuar la búsqueda al día siguiente.

A la mañana siguiente ingresan nuevamente a la mina y en el camino que ya había mostrado Rodrigo, encuentran una puerta misteriosa y muy tenebrosa que les da miedo abrir, por lo que siguen por el otro camino.

Cansados ya de buscarlo, deciden regresar y abrir la puerta misteriosa que habían visto. Al llegar y abrirla, ven a una persona que parece ser Carlos y al acercarse más se dan cuenta de que sólo era un pobre anciano que llevaba más de 25 años dentro de la mina. El anciano muy feliz, se sorprende de la visita y les pide que lo ayuden a salir de la mina ya que en mucho tiempo no ha podido encontrar el camino para escapar de ahí. Rodrigo le pregunta -¿Cómo llegó aquí?, el anciano le contesta, -Yo sólo buscaba aventuras en este bosque y encontré esta mina y quise averiguar y resultó que estaba encantada y no sólo éso, sino que además hay cosas muy aterradoras aquí dentro. A ésas, yo les llamo “wolpoch”. Gerardo le pregunta a qué se refiere y son peligrosas. El anciano le responde, “wolpoch” es una extraña clase de animal que tiene una velocidad increíble y que por su rapidez puede alcanzar a su enemigo sin dificultad. -¿Por qué tantas preguntas?, dice el anciano, y le contestan: -Porque Carlos se encuentra perdido, en esta mina y no lo hemos podido encontrar, contesta Gerardo.

Al enterarse de esto, el anciano les dice que cree saber en donde está y les pide a todos quelo sigan. Van detrás de él sin imaginar que se trataba también de un “wolpoch”. Cuando llegan al lugar al que los conduce el anciano, ven sobre una gran piedra a Carlos atado de pies y manos con una cuerda que lo sujeta a una viga de la mina. El anciano, al ver la cara de asombro de todos ellos, se dirige a un “wolpoch” y Gerardo percibe que el anciano se separa. Entonces le dice que si no pensaba ayudarlos y el anciano le responde: -No, porque soy el dueño de la mina y no me gusta que me despierten. China le contesta -¡Nadie te despertó! - Sí, señala el anciano, ya que al abrir el portón me despertaron, por lo tanto mi venganza será matar a Carlos. Angustiados corren hacia Carlos sin poder desamarrarlo y de repente por el ruido que hicieron, la mina empieza a rugir, amenazándolos con derrumbarse, así que rápidamente logran desatar a Carlos y corren lo más rápido posible hacia el portón de salida. Al llegar allí, se dan cuenta que el portón se encuentra atascado, impidiéndoles la salida. Uno de ellos logra ver a lo lejos un pequeño rayo de luz que los orienta y comienzan a correr hacia esa luz y logran encontrar una pequeña salida que los llevara hacia la libertad.

Un año después, se enteran que el lugar que ellos habían visitado, era realmente una mina abandonada junto a un pueblo del que sus habitantes habían desaparecido de forma misteriosa

“Las Crónicas de Gracetoll: el medallón, dos chicos y al pasado

**Literatura para Adolescentes**
Capítulo 1. “EL MEDALLÓN”

Caminaba un poco agitada por el pasillo que conducía al salón de su clase de física, llevaba una maleta muy pesada que parecía tener mil piedras. Eran ya las 12:00 del día, todos los alumnos de la secundaria Gracetoll se hallaban sumergidos en sus estudios, esperando a la vez la llegada del recreo. Jane, una chica de cabello castaño, ojos color miel y delgada, se encontraba cargando aquella maleta tan pesada y con gran dificultad pudo llegar a su salón de clases.

-Aquí tiene su maletín, profesor- dijo la chica agotada.
-Gracias señorita Roonsworth (El apellido de Jane), siéntese- le dijo el profesor tomando la pesada maleta- Ahora, continuando con lo visto hasta ayer, ¿Hay dudas?
-No maestro- respondió la clase al unísono.
-Muy bien, me alegra. Empezaremos un nuevo tema que es “La relación espacio- tiempo”.

La clase parecía no tener fin, los minutos se hacían horas y ésta no daba lugar al recreo. Esa vez el maestro les explicó que gracias al avance de la tecnología, en cierto tiempo se podría viajar al futuro y al pasado para descubrir sus maravillas.
A todos los alumnos les aburrió la clase, e incluso ni les importó. Así terminando la clase llegó el tan ansiado recreo haciendo parecer los pasillos una jungla. Jane en cambio, salió cabizbaja y sola ya que sus amigos se habían ido entre la multitud desaforada; el patio se encontraba a pocos metros de ahí, así que no tardó en llegar.

-Jane, ¿En dónde estabas?- le preguntó Rupert, uno de sus dos mejores amigos. Era pelirrojo, con ojos azules, alto y delgado- Nos tenías preocupados.
-Sí Jane, ya no vuelvas a asustarnos así- Le dijo Daniel, su otro mejor amigo que acababa de aparecer, tenía ojos color esmeralda, cabello negro y era delgado.
-Perdónenme, es que el maestro me detuvo antes de salir- les dijo preocupada y a la vez enojada. La chica se quedó callada y los otros dos la miraron extrañados, ella respiró profundo tratándose de controlar y contestó:

-Es que el maestro quiere que realice un trabajo junto con...con...Ma...¡¡Mason!!- gritó- ¡¡¿¿COMO SE LE OCURRE SEMEJANTE COSA??!!¿¿QUE NO SABE QUE NO LO PUEDO VER NI EN PINTURA??
-Tranquila Jane, no es tan malo- dijo el pelirrojo.
-¡¡CLARO QUE SÍ!!- gritó de nuevo, tomó una gran bocanada de aire para tranquilizarse y más calmadamente dijo- Es que lo peor es que tendré que pasarme esta semana todo el tiempo junto a él, desde la entrada a la escuela hasta tarde en la noche.

Rupert y Daniel se quedaron boquiabiertos con el comentario y más por el hecho de tratarse de su más letal enemigo. Pero nada podían hacer, así que de mala gana tuvieron que aceptar.
Los días pasaron volando, tanto que después del lunes de haber hablado con sus amigos, el jueves recién empezaba, luego de un arduo trabajo en la escuela. Por la calle trasera de la escuela se encontraba el chico rubio de ojos gris azogue junto a la chica castaña, rumbo a la casa del ojigris para acabar con su tarea. Ninguno de los dos hablaba, ni se miraban. Tom (El nombre de Mason, ya que Mason es sólo el apellido y no el nombre) caminaba con la mirada en alto y Jane cabizbaja.

-¿Por qué tan callada Roonsworth?- le preguntó el ojigris.
-Por nada...sólo pensaba- le contestó.
-¿En qué?
La castaña se quedó callada. No sabía qué decirle a Mason... ¿La verdad?...No, no podía, ella no mentía, ni siquiera para evadir su pregunta, si no, porque pensaba en alguien, pensaba en sus ojos, su sonrisa, su cabello y su mirada, le gustaba verlo caminar...Pero no podía dejar que se enterara lo que sentía...por él.
Al principio ella lo odiaba muchísimo, pensaba que era un egoísta, un patán ególatra que se paseaba por la escuela como si fuera el rey de Inglaterra, pero eso había cambiado después de todo el tiempo que había pasado junto a él...ahora le gustaba, y mucho.
Se detuvo, respiró profundo y le dijo:

-En que...teniendo a más gente por escoger, el profesor te tuvo que elegirte para que trabajáramos juntos- ahora sí mintió.
Mason no le creyó, pero no le dio importancia- ¿Cuántas veces hablamos esto? Pensé que eras una niña lista, que captabas todo a la primera...pero veo que no. A ver déjame, te explico, el que trabajemos juntos fue culpa del profesor y no mía, ésto para mi no es un placer ni me gusta y tener que soportarte todo este tiempo ha sido un martirio. Ya aclarado todo ésto, el trabajar contigo es la peor cosa que me ha podido pasar, así que ¡¡¡apúrate!!!
-¡¡¡Eres un mugroso patán!!! Ególatra, presumido, arrogante, vil, cruel, despreciable que sólo piensa que todos somos menos que tú y que nadie merece hablarte, escucharte y tenerte cerca.
-Gracias por los cumplidos, Roonsworth- dijo hipócritamente.
-¡¡ERES...qué importa, porqué perder el tiempo contigo!!- Dijo la castaña y una sonrisa ganadora apareció en la cara del rubio.
Venía Jane muy ocupada en la plática cuando le advirtió el rubio:

-Cuidado con la tabla- le dijo, Jane no le hizo caso y ya, a unos metros le gritó- ¡¡CUIDADO!!

Pero era tarde, Jane tropezó y cayó en los brazos del ojigris. Se miraron fijamente y el silencio se apoderó de los dos, un rosado tiñó las pálidas mejillas del chico al igual que las cetrinas mejillas de la chica, luego se separaron.

-Hmmm...¿Estas bien?...-le preguntó el rubio.
-Si...bueno, no. Me he lastimado el tobillo- le dijo y se agachó a verlo, se lo sobó y al tratar de moverlo, no pudo. Se incorporó pero volvió a agacharse, noto algo entre su pie y la tabla, brillaba mucho y era también muy pequeño, lo tomó entre sus manos y lo examinó, luego Mason se lo arrebató.

-¿Qué es Roonsworth?- le preguntó.
-No lo sé, no es mío, lo he encontrado debajo de la tabla- le contesto.
-¿Qué crees que sea?
-No estoy segura, creo que es un medallón.
-Vamos a abrirlo, o mejor...a quedárnoslo- le dijo el ojigris con una mirada avara.
-¡¡No!! Vamos a abrirlo ¿ok? Y si tiene un nombre o algo que nos ayude a identificar de quien es, lo entregamos al director mañana.
-¿Tratando siempre de ser la alumna excelente?
-Cállate, no me molestes, ahora dámelo- Tom le pasó el medallón.
-Muy bien, gracias- las manos le temblaban un poco, tomó el segurito que tenía y lo abrió...

Un resplandor dorado los envolvió, toda la calle se iluminó y se oyó el grito de los dos chicos, el resplandor terminó y la calle se encontró vacía.









































Capítulo 2. “EL SECRETO”

Abrió los ojos y se encontró tirado al lado de la castaña, estaba mareado y le dolía la cabeza. Se incorporó y notó que traía puesta una ropa muy extraña y que curiosamente se encontraba en la misma acera.

-¿Qué rayos traigo puesto? Que ridículo me veo- se decía a sí mismo, pero pronto calló, Jane se hallaba todavía junto a él sin moverse y con los ojos cerrados.
Se acercó y la observó, traía también una ropa muy extraña pero se veía muy hermosa...(¿Qué?...¿creyeron que sólo Jane sentía algo por Tom?)Pues no es así, a él también le había empezado a gustar pero lo escondía un poco mejor que ella) ahí recostada sobre el asfalto, miró sus ojos, sus labios, para después detenerse en su cuello.
Ahí encontró, que el medallón colgaba de este...pero algo no estaba bien... Jane aún no despertaba y respiraba con dificultad.
No había nadie en la calle- ¿Qué hago? ¡¡¿A dónde la llevo?!!- la tomó entre sus brazos y empezó a correr- ¿Qué hago?, ¡¡Por dios!!, ¿Cuánto pesa?- se decía a sí mismo.

Después de un rato de correr, la llevó a un hospital que encontró por casualidad, donde después estaría la biblioteca de la ciudad.
-¡¡Doctor!!¡¡ALGUIEN QUE ME AYUDE!!- gritó desesperado.
-Aquí, yo lo ayudo- dijo un doctor que acababa de llegar- ¿Qué tiene la muchacha? ¿Qué le ha pasado?- le preguntó revisándola.

Al no saber exactamente qué estaba ocurriendo ni el por qué, mintió- Se ha caído, respira con dificultad y no despierta, ¡¡DÍGAME, ¿QUÉ HAGO?!!- el doctor le indicó que la depositara en la camilla.
Éste llamó a más enfermeras y se la llevaron a otra sala. Mason se quedó parado...ahí viendo cómo se alejaba, ahora lo único que quedaba hacer, era esperar.

-¿Señor?- dijo el doctor después de un rato desaparecido
-¿Qué pasó? ¿Qué tiene? ¿Se va a recuperar?, bueno ya dígame, no se quede callado que me tiene con la angustia en la cabeza- dijo velozmente.
-Tranquilízate, se golpeó la cabeza y perdió el conocimiento, pero no te preocupes, se va a recuperar- dijo y le sonrió- Oye, por cierto... ¿Esa chica y tú, ¿son...novios?
Mason abrió la boca y luego la volvió a cerrar, después de eso dijo:
-Bueno...pues la verdad...no. Pero éso ¿Qué tiene que ver ahora?- le preguntó.
-Por nada, bueno saldrá en unos minutos y podrán irse, adiós- el doctor se alejó y volvió a quedarse solo.

Cinco minutos después llegó Jane, aún con el medallón colgando de su cuello.
-Y... ¿Cómo estas? ¿Te sientes bien?- le preguntó Tom.
-Sí, me siento bien, gracias. ¿Qué ha pasado?...mas bien, ¿En dónde estamos?- dijo confundida.
-Pues...no sé, después de lo que pasó con el medallón, desperté y te encontré junto a mí, vestidos raramente y traías el medallón en tu cuello- le dijo y señaló el medallón que portaba.
-Ahhh...ok, hablando del medallón...mejor lo guardo en mi mochila- se trató de quitar el medallón y no pudo, sólo se vio un resplandor dorado.
-¡¡NO PUEDO!!¿¿Qué hago??- gritó la chica.
-¿Cómo que no puedes?-dijo él.
-Pues no puedo, mira- jaló el medallón y otra vez salió un resplandor dorado.
-Ok, ya déjatelo. Mejor vámonos a mi casa.

Dicho ésto salieron del hospital y se dirigieron a casa de Tom. Al llegar, la casa no estaba ni rastro de sus padres, los dos chicos se quedaron perplejos, ¿Qué estaría pasando?

-Tom estamos en el pasado- le dijo la castaña temerosa.
-¿Cómo crees?, deja de jugar, no es posible- dijo sin darle importancia.
-Tom estamos en el pasado- dijo una vez más.
-¡¡¡AHHH!!! ¡¡Ya cállate!!... a ver, si eres tan lista... ¿Cómo lo sabes?- preguntó.

Jane levantó su mano y le indicó que trajera el periódico que se encontraba en la casa de al lado. Tom fue por él y se lo entregó, ésta lo abrió y los dos observaron la fecha:
“EL DESPERTADOR”
Jueves 23 de Junio de 1960.

El silencio no se hizo esperar, tanto chico como chica estaban boquiabiertos mirando el periódico, Jane lo dobló y lo regresó a su lugar. Tom seguía inmóvil y con la mirada perdida, Jane lo sacudió un poco y le indicó que siguieran caminando.

-¿Qué raro no crees?- preguntó la castaña.
-...- el ojigris seguía sin habla.
-Bueno, no es tan malo...ahora tenemos que buscar cómo hacer para regresar- dijo la chica.
-...-nada podía salir de la boca del ojigris.

Así la noche llegó y sin más lugar para quedarse, se metieron en una construcción cerca de donde se suponía estaba la casa de Daniel. Prendieron una fogata y ya se disponían a dormir cuando Tom se levantó y se sentó junto a la castaña.

-¿Cómo vamos a regresar?- le preguntó el ojigris.
-No lo sé- dijo preocupada.
-A lo mejor, la respuesta está en el medallón- sugirió el rubio.
-Sí...tienes...razón...bueno¡ ¡Hasta que estoy de acuerdo en algo contigo!!- dijo tocándose la frente- ¿Estaré enferma?
-¡¡Jajajajaja!! que graciosa...sigue ensayándolo que todavía no te sale- dijo sarcásticamente.
-Sí, claro- tocó el medallón y nada pasó- ¡Qué raro!- dijo.
-¿Qué?- preguntó el rubio- ¿Qué seas mala comediante?....jajajajaja ¿No te habías dado cuenta?- dijo el chico mientras reía.
-Nada de eso, es que en el hospital...cuando lo toqué resplandeció y ahorita no.
-Si...intenta desear abrirlo a ver si así pasa algo- respondió el ojigris.
-Esta bien- la chica volvió a tomar el medallón y deseó abrirlo.

Esta vez, otro resplandor dorado iluminó la habitación, en la pared se podía observar un mensaje. Tom no lo podía leer, no le entendía pero Jane extrañada por el hecho de que lo podía leer, comenzó a decir:
-“Al pasado has regresado, el camino a tu tiempo para volver, se verá muy complicado.
Encontrar al propietario de este medallón te dirá la solución de esta prueba en la vida, que te has enfrentado hoy”-el medallón se cerró dejando la habitación en penumbras otra vez.

Jane lo abrió de nuevo y encontró en él, la foto de una muchacha. Le pareció vagamente familiar, Tom se acercó a mirar y como por arte de magia, el medallón se cerró con un fuerte “Clic”.










































Capítulo 3. “ACLARANDO COSAS”

La mañana siguiente, estuvo atareada para los dos chicos. Tom fue al norte de la ciudad con la foto de la chica a preguntar si alguien la reconocía, mientras Jane al sur con una copia de la foto.
Habían quedado de verse en la calle trasera de la escuela o más bien, de unos edificios abandonados.

****Mientras tanto, en el 2007****

-¿Por qué la mamá de Jane y el padre de Tom están aquí?- preguntó un chico moreno.
-No lo sé, pero mejor entremos que vamos tarde- sugirió un chico pelirrojo.

Las clases habían empezado y ni rastro de los dos chicos que hasta ayer se sabía algo de ellos, Daniel y Rupert se quedaron preocupados.

-Buenos días alumnos- dijo el director.
-Buenos días director Danyor.- dijeron a coro.
-Les tengo un aviso muy importante...La señorita Roonsworth y el señor Mason salieron ayer juntos rumbo a casa de los Mason......Pero no llegaron, no están en casa de los Roonsworth tampoco. ¿Alguien tiene idea de dónde puedan encontrarse?- preguntó el director.
-......-Nadie respondió.
-¿Nadie sabe?- volvió a preguntar.
-La última vez que los vi, caminaban por detrás de la escuela- dijo un chico que se encontraba en la parte de atrás del salón.

Daniel y Rupert se quedaron perplejos. ¿A dónde se había llevado el tonto de Mason a Jane? ¿Por qué no habían regresado?
Daniel se acercó a Rupert, no tuvo que levantarse pues estaban sentados lado a lado.

-Esto huele a gato encerrado- le susurró Rupert a Daniel.
-Sí, ¿A dónde se la pudo llevar ese maldito tonto?- le preguntó Daniel.
-No sé, pero si le hace algo o le pasa algo se las va a ver conmigo- dijo enojado Rupert.
Y conmigo también- lo secundó Daniel, dicho ésto regresó a su lugar.

****En 1960****

Eran ya las 4:00 de la tarde, después de tanto buscar a la chica del medallón, Tom caminaba directo al lugar donde se habían quedado de ver Jane y él. Pensaba en todo lo ocurrido durante este tiempo y porqué, en algún lugar remoto de sí mismo sentía algo por Jane.

-¿Atracción física?...pues no, bueno sí...un poco, ¿Amistad?...menos, ¿Me gusta?...no, imposible, jamás me podría llegar a gustar. ¿Qué estoy pensando? ¿Me habré vuelto loco?...pero... ¿Y si es verdad?, tendré que comprobarlo de algún modo ¿Pero cómo?- se decía a sí mismo.

Estaba tan ensimismado en sus pensamientos que…

-¡¡Auch!! ¡¡Fíjate por dónde caminas!!- le espetó la chica sobándose las manos.
-Perdón, no me fijé que estabas ahí- le dijo el ojigris, se levantó y le ayudó a levantarse- ¿Estás bien?- le preguntó.
-Sí, gracias- le contestó.

Cuando Tom tuvo por fin la oportunidad de verla mejor, se dio cuenta de que esa chica era la que había estado buscando todo el santo día, aún así, para cerciorarse de que no se confundía, sacó la foto de su bolsillo y la examinó, después examinó a la chica y la volvió a guardar.

-¿Tienes algún problema?- le preguntó la chica ante el comportamiento del ojigris.
-¿Cómo te llamas?- le preguntó el rubio.
-¿Por qué te interesa saberlo?
-Sólo dimelo, por favor- le contestó el ojigris.
-Me llamo Emma, ¿Y tú?
-Tom, ¿podrías acompañarme?
-Pues, la verdad, no sé, dependiendo adonde quieras que te acompañe- le dijo la chica.
-¿Conoces los edificios abandonados por la calle principal?- le preguntó.
-Sí, ¿Por qué?
-Pues ahí es donde iremos- le dijo, la tomó de la muñeca y salieron corriendo hacia aquel lugar.

Al llegar, Jane todavía no aparecía, así que el rubio le indicó a la chica que se sentara y le dijo que no tardaría mucho, que luego podría regresar a su casa.
Diez minutos más tarde, por la esquina de la derecha, Jane apareció corriendo y Tom se levantó para que lo pudiera ver.
Por fin llegó, respiró profundo varias veces y le dijo:

-¿Encontraste algo?
-Pues la verdad...sí, espera aquí ahorita vengo- dicho ésto corrió a la acera de enfrente, tomó a la chica de la mano y se dirigieron hacia Jane- Encontré a la dueña del medallón, se llama Emma- le indicó a la muchacha.
-¡¡Guau!! ¡¡No te lo creo!! ¿Cómo hiciste?- preguntó incrédula la castaña.
-Pues...es una larga historia, y...- no pudo terminar, la castaña lo abrazó fuertemente y le plantó un beso en la mejilla, después se dirigió a la otra chica que miraba la escena con ojos de ternura.
-Mucho gusto, me llamo Jane y creo...que este medallón te pertenece- le dijo y le mostró el medallón que traía en el cuello.
-Sí, ¿De dónde lo han sacado?- preguntó.
-Bueno, ¿Tienes tiempo de quedarte a oír una historia?- le preguntó Tom después de haberse quedado sin habla ante la reacción de la castaña y aún con un color rosado en las mejillas.
-Mmmm...Sí, claro-dijo la chica.
Jane empezó a contarle cómo fue que lo habían encontrado y el por qué de la necesidad de buscarla para aclarar algunas cosas. La noche se avecinaba y la historia de Jane terminaba, tanto así para que después de unos minutos de procesar la información en su cabeza, Emma contestara:

-¿O sea que vienen del futuro?

-Pues...si, tu medallón, por así decirlo, nos trajo al pasado con magia o no sé qué...pero...-le dijo Jane.
-Pero necesitamos tu ayuda para poder volver- terminó Tom.
-¿Mi ayuda?- preguntó Emma.
-Sí, ¿Tienes que hacer algo? O ¿Necesitas que alguien haga algo por ti?- le preguntó la castaña.
-Mmmm...Pensándolo bien...ese medallón que traes puesto, se lo regalé a mi novio hace un par de días- dijo Emma.
-¿Crees que lo haya perdido?- preguntó el ojigris.
-Me imagino que sí, fue un regalo de despedida puesto que se marcha mañana a vivir en América...se lo di para que no me olvidara, y ahora...- empezó a llorar, era tanta su tristeza que no pudo continuar lo que estaba diciendo.
Jane se acercó a ella y la abrazó- Tranquila, te ayudaremos a que tu novio lo recupere-le dijo tratando de calmarla.
-Sí, mañana a primera hora lo buscaremos en la estación de trenes- le contestó Tom- Por ahora deberás ir a tu casa, mañana te buscaremos nosotros...aún así te acompañamos hasta allá.

Salieron directo a casa de Emma para poder encontrarla, no vivía muy lejos de donde habían quedado la noche anterior, así que decidieron volver a pasar la noche en la construcción cerca de casa de Daniel.
Al llegar, Jane y Tom se despidieron de Emma, esperaron hasta que se metiera y volvieron a continuar su camino.

-Tom, la casa de Emma se me hace muy familiar- le comentó.
-¿Por qué te parece?- le preguntó.
-No sé, siento que la he visto en algún lugar.
-Pero si es una casa antigua, no es posible que la hayas visto antes.
-¡¡Tom!! ¡¡Es la casa de mi abuela!!- gritó.
-¡¡ ¿ QUÉ? !!
-¡Sí!, con razón se me hacía tan familiar...entonces...- Jane lo dudó un poco, pero luego dijo- Sí, esa es la casa de mi abuela, Emma es...¡¡MI MAMÁ!!- gritó una vez más haciendo que el rubio perdiera el equilibrio y cayera al suelo.
-¿Pero cómo...?- preguntó el chico desde abajo.
-¡¡Sí!! El día que vimos la foto en el medallón, la muchacha se me hizo muy familiar.
-Pero ella es...es...¡¡Igualita a ti!! Al principio creí que era una coincidencia, pero ahora está más que claro- le dijo el chico incorporándose- Por eso tú traes puesto el medallón y yo no.
-¿Y éso qué tiene que ver?- preguntó.
-¡¡Mucho!! El hecho de que tú traigas el medallón es porque pertenecía a algún familiar tuyo, por eso no lo llevo puesto, aunque yo también hubiera podido tenerlo. Haciendo alusión a lo que dije, nos trajo el medallón al pasado para que terminemos algo que no fue resuelto y que perjudicaría el futuro de no hacerlo.
-¿Eh?...¡¡Tienes la boca llena de razón Tom!! Pero no sabremos qué es éso que no fue resuelto hasta mañana- dijo un poco desilusionada después de haber descubierto tanto.
-Sí bueno, mejor vámonos a descansar- dicho esto continuaron su camino hacia la construcción.



Capítulo 4. “RESOLVIENDO EL PROBLEMA Y REGRESANDO AL PRESENTE”

Corriendo a más no poder, chocando con cuanta gente se toparan, los tres chicos se hallaban a unos metros de la estación de trenes.
Esa mañana Jane y Tom habían decidido ir por Emma temprano para alcanzar a su novio, puesto que este partía a las 11 del día.

-¿Cuánto falta para llegar?- preguntó Jane.
-No mucho, vamos ¡¡Dense prisa!!- gritó Tom
-¡¡¡Sólo lo dices por que tú no llevas cargando seis manzanas, dos mochilas!!!- le gritó Jane un poco enojada.
Tom se detuvo y esperó a que llegaran, una vez que lo alcanzaron, Tom tomó las dos mochilas y de nuevo empezó a correr.

Faltaba una hora para que partiera el tren del novio de Emma, así que apuraron el paso.
Al llegar a la estación de trenes, se dirigieron al andén 7 para poder encontrar al susodicho. Dejaron las mochilas cerca de un poste y Tom le preguntó a Emma:

-Y...¿Cómo vamos a saber quién es tu novio?
-Se llama Jason Macflinter- les dijo
-Pero con el nombre no basta....¿Tienes alguna foto de él?- le preguntó Jane.
-Hmmm....deja veo- metió su mano en su bolsillo derecho de la chamarra y empezó a buscar- Listo, la encontré...es él- les pasó la foto y señaló a un muchacho de cabello negro con ojos color azul.
La foto se veía que la habían tomado hacía mucho, en ella se apreciaba un jardín con toda clase de flores; se podían ver, al centro, dos chicos abrazándose y a la vez sonriendo.
-¡¡Qué lindos !! bueno, ahora....a buscarlo- dijo y suspiró.
-Sí, vamos- contestó Emma.

Pero Tom, estaba más ocupado pensando en ciertos sucesos que desde hacía unas horas, no lo dejaban concentrarse.
Sucesos que le aclararían lo que sentía por Jane...y entonces recordó...

“-Cuidado con la tabla- le dijo, Jane no le hizo caso y ya, a unos metros le gritó- ¡¡CUIDADO!!

Pero ya era tarde, Jane tropezó y cayó en los brazos del ojigris. Se miraron fijamente y el silencio se apoderó de los dos, un rosado tiñó las pálidas mejillas del chico al igual que las cetrinas mejillas de la chica, luego se separaron.

-Hmmm...¿Estás bien?...-le preguntó el rubio.
-Sí...bueno, no. Me he lastimado el tobillo- le dijo y se agachó a verlo, se lo sobó y al tratar de moverlo no pudo. Se incorporó pero volvió a agacharse, notó algo entre su pie y la tabla, brillaba mucho y era también muy pequeño, lo tomó entre sus manos y lo examinó, luego Mason se lo arrebató.”

A penas terminaba de recordar cuando otro recuerdo invadió su mente...

“-¿Encontraste algo?
-Pues la verdad....sí, espera aquí ahorita vengo- dicho esto corrió a la acera de enfrente, tomó a la chica de la mano y se dirigieron hacía Jane- Encontré a la dueña del medallón, se llama Emma- le indicó a la chica.
-¡¡Guau!!¡¡No te lo creo!! ¿Cómo le hiciste?- preguntó incrédula la castaña.
-Pues...es una larga historia y...- no pudo terminar, la castaña lo abrazó fuertemente y le plantó un beso en la mejilla, después se dirigió a la otra chica, que miraba la escena con ojos de ternura.”

Hace tiempo estaba muy confundido, pero después de haberlo meditado tanto estaba más que seguro que lo que sentía por Jane era nada más y nada menos que...amor.

-Tom... ¿Estás ahí?- preguntó Jane, pasando sus manos cerca de la cara del chico para ver si reaccionaba.
-¿Ehh?...A sí, sí estoy aquí....Pero ¿Qué esperan? Vamos a buscarlo- dicho esto salió disparado hacía un lado como si nada hubiera pasado.
-Qué raro es tu novio- le comentó Emma.
-Ok, primero, no es mi novio, sólo somos compañeros de salón y segundo...tienes toda la razón- dijo Jane y se empezó a reír.
-¡¡ES ÉL!!- gritó Tom.
Emma volteó a la dirección que apuntaba Tom y se cercioró de que no se equivocaba, efectivamente, ese chico era su novio.

Jane tomó el medallón y deseó quitárselo, éste como si estuviera vivo, saltó del cuello de Jane a su mano para después resplandecer un poco.
Se lo pasó a Emma y ella corrió hacia donde se encontraba su amado, cosa que aprovechó Jane y jaló al rubio de la mano para luego llevárselo adonde se encontraban sus mochilas.

-¿Qué pasa?- le preguntó.
-Ése no es mi papá, Tom- le dijo confundida la chica.
-¿A no? Entonces ¿Quién es?
-No sé, debió de haber sido un novio antes que mi papá.
-¡¡Mira!!- le indicó el ojigris, Emma corría a la par del tren gritando que se detuviera, Jason, su novio, ya se encontraba dentro del tren y éste ya salía de la estación.
Emma se detuvo observando cómo se alejaba el tren, cómo se alejaba su novio y llevándose consigo todo el amor que le dio; Jane y Tom corrieron junto a la chica para consolarla.

-¿Cómo pudo pasar esto?- dijo Jane- Llegamos aquí una hora antes y apenas son las 9:45.
-A lo mejor adelantaron la hora de salida del tren- sugirió Tom.
-Cuanto lo siento Emma.... ¿Ahora qué vamos a hacer?- Jane tomó a Emma por los hombros y pudo ver que una fina lágrima resbalaba por su mejilla.
-No llores, por favor- le pidió Tom.
-Será mejor que regresemos a tu casa- dijo Jane.

Los tres chicos salieron muy desilusionados, ¿Cómo es que plan tan perfecto pudo salir mal? ¿Ahora cómo volverían al presente?
Ninguno de los tres hablaba, era más la tristeza que sentían que hasta bien podían quedarse ahí parados como muertos vivientes.
Llegaron a la calle principal, ésta ya no lucía como antes, había mucha gente alrededor de unas tablas y un hoyo cerca de los edificios abandonados.

-Tom, ¿Puedo hablar contigo?- preguntó Jane.
-Sí claro, permítenos tantito Emma- dijo el chico.
-Sí, está bien.

Los dos chicos caminaron hacía un lugar donde Emma no los pudiera oír.
-Tom, mi mamá me contó que conoció a mi papá gracias a un accidente, uno grave.- le comentó la chica.
-Y... ¿Éso qué?
-Qué todo empezaba cuando venía caminando con unos amigos, por la calle trasera de la escuela, o sea estos edificios....que luego, entre tanta gente no había podido ver un hoyo y tropezaba con él. También me dijo que su pie había quedado sumergido en él hasta la rodilla y que entre toda esa gente se encontraba mi papá, que él había ayudado a los bomberos a sacarla y que desde ese momento, supo que él era el hombre de su vida.
-No, pues sí....que romántica historia. Pero no crees que....
-Sí, Tom, esta historia la vamos a vivir....en unos 5 minutos- dijo Jane para finalizar.
-Pero entonces... ¿Qué era éso que teníamos que resolver?- dijo mirando hacía donde se encontraba toda la gente.
-No sé, será mejor que continuemos para ver qué pasa- sugirió la chica.
-Ok.

Terminaron de hablar y se juntaron con Emma, para continuar caminando rumbo a su casa.
Se habían ya acercado adonde ocurriría el encuentro de los padres de Jane y para no hacerla de emoción, los tres chicos empezaron a charlar hasta que Emma metió su pie en el hoyo y éste quedó sumergido hasta la rodilla.
Jane y Tom se apartaron para esperar a que el padre de ella llegara a ayudar, toda la gente gritaba pidiendo ayuda, por fin los bomberos hicieron su aparición, llevaban dos taladros, unas sogas y lámparas para poder socorrer a la víctima.
Si los bomberos no se apuraban a liberarla y continuaba ella en esa posición......podía llegar a perder la pierna, se había hecho tres cortes profundos y se había fracturado, el tiempo era un límite en la lucha para salvarla.

Pero el padre de Jane aún no aparecía, ni rastro de este había, Jane estaba muy preocupada, así que se puso a buscarlo entre toda la gente.
Llevaba ya cinco minutos buscándolo cuando por fin lo encontró, se acercó a el y le dijo:

-Oye, disculpa, los bomberos acaban de pedirme que busque a un hombre lo suficientemente fuerte para ayudarlos- le comentó Jane.
-Y ¿Por qué crees que soy el indicado?- le preguntó el chico.
-Por que eres el más grande de todos, vamos ¿Por favor? ¡¡Ayúdalos!!- le gritó la chica.
-Está bien, está bien ya voy- dicho ésto, el chico se alejó para ayudar a los bomberos a sacar a Emma.

Mientras, Jane regresó junto a Tom para ver qué sucedía después.
-Listo, lo he encontrado...mira, es el chico de cabello rubio con ojos de color miel que está sosteniendo a Emma.- le dijo la chica.
-S, ya lo vi....ahora me doy cuenta de donde sacaste esos bellos ojos color miel- le comentó el rubio sin pensar.
Jane se quedó callada y lo miró fijamente, lo miró con ternura y esbozó una gran sonrisa, Tom en cambio la miró también pero luego corrigió lo que había dicho.
-Si...Hmmm, ahora me doy cuenta de quien sacaste los ojos color miel- terminó con un rosado en sus mejillas y un poco nervioso.
-Ahhh...ok.- le respondió Jane.

Los bomberos lograron por fin sacar a Emma del hoyo y el papá de Jane ayudó a Emma a levantarse, le estiró la mano y ella la aceptó gustosa.

-¿Estás bien?- le preguntó el chico.
-Sí, gracias...queé valiente fuiste- le dijo Emma ya sonrojada. ( -¡¡Si!! todo iba de acuerdo a como se sabía- se dijo Jane a sí misma).
-Dime ¿Cómo te llamas?- le preguntó el chico.
-Me llamó Emma, Emma Saybner... ¿Y tú?
-Josh, Josh Roonsworth. Encantado de conocerte.
-Igualmente- le respondió Emma.
-Vamos a que te revisen, ojalá no te haya pasado nada grave.
-Sí, está bien.

Un resplandor dorado cubrió toda la calle, la gente se quedó sorprendida y después de unos minutos, éste cesó. El lugar que ocupaban Jane y Tom en la escena ahora se encontraba vacío, y el medallón tirado en el piso entre las tablas.

Jane abrió los ojos...toda la gente había desaparecido y se encontraba abrazada al rubio que seguía con los ojos cerrados. Ya no vestían con aquella ropa extraña, ahora llevaban puesto sus uniformes de la escuela y curiosamente aquellos edificios abandonados, ahora eran su escuela.

-Ehh... ¿Tom?-le preguntó Jane.
-¿Ya acabó?- le preguntó este.
-Pues si, ya me puedes soltar...¡¡Mira!! ¡¡Hemos regresado al presente!!
Tom abrió los ojos y pudo ver que lo que decía la castaña era cierto- Si... ¿Cómo lo hemos hecho?
-Tom,¡¡Concluimos lo que teníamos que hacer para regresar!! ¡¡Lo hemos conseguido!!- de la emoción, Jane abrazó a Tom y luego lo miró fijamente sin dejar de abrazarlo.

-Es ahora o nunca Tom, bésala- se decía a sí mismo- No, como crees...creerá que soy un tonto.- se respondía- Pero si no lo haces ahora, no sabrás qué piensa ella de ti.
Pues no tuvo que deliberar tanto consigo, porque después de éso, la besó tiernamente...Esperaba que le abofeteara o que lo pisara...pero no, ¡¡Estaba correspondiendo el beso!! (¡¡Que tierno!! esa fue la forma en que los dos se dieron cuenta que se amaban y más de lo que pensaban. Ojalá y se hubieran quedado así un buen rato, pero tampoco es para que se acaben de un día para otro.).
Se separaron y se miraron un poco apenados.

-¿Por qué me diste un beso?- le preguntó la castaña.
-¿Por qué me lo correspondiste?- le preguntó el rubio.
-Por la misma razón que tú me lo diste- le respondió la castaña.
-¿Porque me amas?
-Pues...
-Porque yo a ti sí y mucho...más de lo que te imaginas.
-¿Pero cómo te empecé a gustar?
-Cmo yo te empecé a gustar- le dijo el ojigris- Me empezaste a gustar desde que comenzamos a trabajar juntos, y por ti también....con todos los detalles que mostraste conmigo durante el viaje al pasado y al empezar a preocuparme por ti.
-Ohhh...- dijo sonrojada.
-Ahora ¿Qué hicimos para volver?
-Creo que al yo buscar a mi padre para que ayudara a mi mamá fue eso que teníamos que resolver. Si yo no lo hubiera buscado, jamás se hubieran conocido, y si jamás se hubieran conocido yo...no existiría.
-Pero entonces ¿Por qué encontramos el medallón entre esas tablas?
-Me imagino que...bueno, yo traía el medallón, así que se me debe haber caído entre las tablas que pegaron para tapar el hoyo.
-Pues..
-Pues son las 12:00 del día...¿Por?
-¡¡Estamos en clase, vámonos!!- le respondió el rubio, la tomó de la mano y corrieron hacia la escuela.

Llegaron al salón y entraron sin pedir permiso, se sentaron y todo mundo los vio sorprendidos. Al llegar el recreo, todos los maestros los detuvieron en el salón y Rupert y Daniel también se quedaron.

-Nos podrían explicar ¿Dónde andaban?- les preguntó el director Danyor.
-Pues...aquí y allá- respondió el rubio.
-Por favor, contesten con la verdad- le reprendió el director
-Hicimos un viaje...a otra ciudad- mintió la castaña.
-Hmmm...Por haber faltado a clases, se les castigará y en sus casas les espera el mismo destino.- terminó el director y salió del aula.

Todos se miraron y después el profesor de Física entró en el aula haciendo mucho ruido, se dirigió a los dos chicos que se encontraban rodeados por maestros y amigos.

-Me he enterado de que han faltado a clases, así que quería comprobar que no hubieran descuidado el trabajo. Díganme ¿Qué llevan?- les preguntó el maestro.
-Pues ya casi acabamos, necesitábamos obtener más información por eso salimos de la ciudad.- le dijo el ojigris.

Pero los únicos que no se tragaban el cuento de ellos eran Rupert y Daniel, que tenían cara de pocos amigos y miraban con furia a Tom.
-Bueno, entonces los evaluaré mañana, hasta pronto- dijo el profesor de física y se fue, dejando solos a Tom, Jane, Rupert y Daniel.

-¿En dónde se metieron?- preguntó Rupert a Tom fulminándolo con la mirada.
-Donde no te importa- le respondió altaneramente.
-Nos importa y mucho, no estamos hablando solamente de ti, sino también de Jane- le contestó Daniel.
-Chicos, por favor...- decía Jane.
-¿Dónde estaban? Por última vez.- preguntó Daniel.
-Ya te dije que no te importa.
-Chicos...
-O nos dices o...-empezó Rupert.
-¡¡Estábamos fuera, viajamos al pasado y no podíamos volver, pero resolvimos algo y regresamos SANOS Y SALVOS!!- dijo rápidamente Jane.
-¿QUÉ?- dijeron el pelirrojo y el ojiverde a coro.

Jane y Tom se miraron, sonrieron y salieron del salón dejando a los dos chicos boquiabiertos por el comentario de su amiga.
-¡¡Espera Jane!!- gritó Daniel corriendo hacía ellos
-¡¡Sí, ¿Qué has dicho?!!- gritó Rupert imitando a su amigo.

Los otros se limitaron a voltear, a sonreírles y seguir caminado.

La casona


Arturo Flores
Español Proyecto 3
Genero: Terror

“La Casona”

Hace muchos años en la cuidad de Puebla, en un Orfanato vivía un niño llamado Ulisesñ. El y sus amigos siempre jugaban fut-bol y en frente del orfanato había una mansión muy vieja, los niños siempre le decían a Ulises que esa casa estaba embrujada y todos la llamaban la “casona”. Ulises no creía en esas cosas, así que no le dio mucha importancia, y sus amigos le propusieron entrar a esa casa, esa noche y Ulises aceptó.
Esa Noche, alrededor de las 11 todos salieron a escondidas por una ventana del orfanatorio, Amarrando unas sabanas se descolgaron por la ventana. Todos llevaban linternas (para ir a la casona.)
Al llegar a la casona se dieron cuenta que la puerta estaba llena de cadenas y candados enormes que no podían abrirse, jalaban fuertemente todos al mismo tiempo y aún así era imposible de abrirse
Ulises tuvo una idea, utilizar la misma sábana con la cual habían salido del orfanato, ya que en la parte superior de la casona había una ventana con los vidrios rotos, el problema era cómo sostenerla, empezaron a jugar lanzándola hacia la ventana, cuando su sorpresa fue que se quedó totalmente enganchada y fuerte para sostener a todos. Fueron subiendo uno por uno hasta estar todos dentro (de la casona.)
Empezaron a caminar y se encontraron largos pasillos con muchas habitaciones.

Entraron a una y se encontraron con un cuadro enorme, que tenía pintado a un señor de mucha edad, que era casi idéntico a Ulises!
Todos se quedaron callados por unos minutos, así como pasmados, después de un rato empezaron a comentar como era el parecido con Ulises con ese cuadro, en eso se escuchó un ruido muy fuerte, todos salieron corriendo y se fueron por la sábana para regresar al orfanato.
Toda la noche estuvieron platicando del cuadro y quedaron de regresar al día siguiente para ver si encontraban algo más y observar más el cuadro y ver si realmente era parecido.
Al día siguiente llegaron a la casona a la misma hora, y su sorpresa fue que no estaba los candados ni las cadenas que habían encontrado el día anterior.
Tocaron la puerta muy poco, y con esto fue suficiente para abrirse, entraron y se dirigieron corriendo al cuarto y se encontraron con el mismo cuadro, se dieron cuenta que era idéntico a Ulises pero estaba en una posición diferente, por lo que todos se asustaron.







En esos momentos cuando estaban muy asustados se empezó a escuchar mucho ruido, y una voz que decía: Hay alguien aquí? Y entonces todos salieron corriendo de la habitación, pero al llegar a la puerta estaba cerrada con cerrojos y cadenas y no podían salir, corrieron hacia la ventana para huir de ahí, pero la sábana tampoco existía, y no se encontraban rotas.
Entonces empezaron desesperados a correr por todas las habitaciones, y Ulises gritó. Vengan, vengan! El cuadro no está y se ve un pasillo oscuro y profundo, las lámparas no las podían prender, ya no tenían pilas, pero al final del pasillo ven una luz y corren hacia ella.
Al final de la luz se encontraron otro cuadro con el mismo que el anterior, que abajo decía ULISES GARCÍA. Todos voltearon a ver a Ulises y le dijeron “se parece mucho a ti, lo conoces? Yo ni siquiera conocí a mis padres!
En eso se abre una puerta y aparece el señor del cuadro Ulises García, todos se quedaron atónitos, y les gritó: salgan de esta casa! No tienen porque estar aquí!.
Todos se fueron corriendo hacia la puerta, y el viejito les dijo “algo malo les pasará si vuelven a venir.
Ulises no durmió en esa noche, pensando si sería algún familiar de él, y sin pensarlo a la noche siguiente regresa a la casa pero ahora él solo, y cuando entra se da cuenta que la casa no era nada parecida a la de los días anteriores no tenía ni siquiera puertas, ni cuadros.
Ulises sale corriendo y aterrado nunca vuelve a “ la casona”

Lo único que sé es que te amo

“Lo único que se es que te amo”
Por: Deyanira G Quiñones H
Literatura para adolescentes

Y Berlín se encontraba sentada en la misma banca donde todo comenzó, triste y recordando todos los bellos momentos que había pasado ahí…

Berlín era una niña muy hermosa, tenía una larga cabellera marrón y unos preciosos ojos verdes, que hipnotizaban a simple vista, unos labios tan bellos y rosados que podrían opacar hasta la más linda rosa que existiera en el mundo, era una niña muy sencilla, alegre e inteligente, le encantaba jugar y ayudar a las personas; a pesar de eso era muy solitaria, era hija única y sus padres trabajaban gran parte del día, así que no podía convivir con ellos. Desde muy pequeña la habían enseñado a respetar y a comportarse de manera muy propia, sus padres la amaban y la consentían mucho, la enviaban a uno de los más prestigiosos institutos para señoritas, tenía clases extracurriculares cómo ballet, francés y de finos modales. Le encantaba dibujar, sentía que al hacerlo podía crear un hermoso mundo de fantasía donde pudiera ser ella, sin que nadie la criticara, cómo pensaba muy distinto a sus compañeras del instituto, se sentía rechazada, así que todos los recreos se sentaba sola bajo un árbol y marcaba en el papel todos sus sentimientos, era una gran artista…

Ella y sus padres vivían en una casa muy hermosa, adecuada para esa familia.
Siempre había deseado alguien con quien poder jugar y divertirse, ya que solo podía quedarse con su nana.

Un día fue al parque que se encontraba frente a su casa, estaba sentada en una gran banca cuando un niño llega y le grita:
-¡Te encontré!-
Berlín muy asustada se levanta y le dice: - ¿Pero qué haces?, yo ni siquiera te conozco-
El niño al ver la cara de asombro de Berlín se sorprendió y apenado le explicó: - Perdóname, te confundí con uno de mis amigos, porque estamos jugando escondidas –
Berlín le sonrió y le dijo – No hay problema-
El niño se sintió atraído por Berlín, y un gran interés por poder seguir platicando con ella lo invadió, y le dijo: – Bueno, me llamo Alex, soy hijo único ¿Tú cómo te llamas?-
Berlín – Soy Berlín y también soy única hija-
Alex – ¿Y qué haces tan sola en el parque?, ¿No tienes con quien jugar?-
Berlín muy triste le respondió – En realidad no, mis padres trabajan casi todo el día, y no tengo amigas para venir a jugar con ellas -
Alex – Qué mal, si quieres podemos salir a jugar algún día…-
Berlín - ¡Claro! Mañana es sábado, y mis padres también trabajan, pero hasta el mediodía, podríamos estar toda la mañana aquí, ¿Si puedes?-
Alex – Si, nos vemos aquí a las nueve ¿Está bien? ¡Así tendríamos tres horas para jugar!…-
Berlín – Ok, hasta mañana-
Alex – Nos vemos mañana -

Berlín se fue muy feliz y ansiosa de poder jugar con Alex al día siguiente, no podía esperar a contarle a sus papás lo sucedido…
Al siguiente día se levantó muy temprano para poder llegar a tiempo…
Corrió al parque y vio que Alex ya estaba ahí y le gritó - ¡Me ganaste!-

Pasaron un gran rato platicando antes de jugar, era como si ya se conocieran desde hace mucho tiempo…
Ya que Berlín se tenía que ir quedaron en que se podían ver por las tardes en el parque después de terminar su tarea…

Y así fue, llegaban de la escuela a su casa, comían rápidamente y terminaban su tarea para poder salir a jugar… En el preciso momento en el que se encontraban comenzaban a crear un hermoso mundo de fantasía, donde podían ser ellos mismos, ese momento que compartían era la cosa más preciada que pudieran tener…
Pasaba el tiempo y cada vez se hacían más y más amigos, confiaban en ellos y se apoyaban en sus mayores problemas, eran como los hermanos que nunca habían podido tener…

Pero nada podía evitar que el tiempo pasara, y que estos hermosos niños que jugaban a las escondidas fueran creciendo, poco a poco se fueron dando cuenta de que ya no eran esos mejores amigos en los que podían confiar sin que pasara nada, que un abrazo de amistad ahora significaba un gesto de amor, que ya no eran mas los pequeños niños que jugaban en los columpios, ahora eran hombre y mujer…
Y mientras crecían, Berlín se fue dando cuenta de que esa amistad que tenían se iba convirtiendo en algo más, cada vez que veía a Alex aunque fuera el mismo niño de siempre, y con todos sus defectos que conocía, la hacia sentir algo hermoso, y una gran sonrisa pintaba su rostro…
Alex, también empezó a sentir un gran cambió, se fue dando cuenta de que aquella linda niña a la que podía ver sin ningún problema se convertía en un hermosa joven, que al verla quedaba totalmente perdido en su mirada. Mas, cuando para Berlín era algo hermoso, para Alex ese sentimiento se convertía en su peor agonía, pensaba: ¿Cómo puede ser posible que sienta esto por ella?, tan solo es mi mejor amiga, ¿Por qué ahora el caer en sus piernas, después de bajar rodando por el pasto es tan vergonzoso?, ¿Por qué ahora el beso de despedida se convierte en algo más que eso?, ¿Por qué cambió?, ¿Por qué dejo de ser mi mejor amiga, para convertirse en una hermosa joven?...

Y todas las noches la mente de Alex quedaba invadida con esos pensamientos, el llegar a enamorarse de su mejor amiga lo aterraba, inconcientemente fue alejándose de ella, se portaba más serio, en el momento en que Berlín quería darle un abrazo él se lo evitaba, y sin querer lentamente destruyó esa amistad…
Berlín decepcionada decidió seguir con su vida, más no podía olvidarse de aquel niño tan especial que se había ofrecido a ser su primer amigo y con el que pasó las cosas mas maravillosas…

Ya había pasado un largo tiempo de que no se veían, más ella aún seguía pensando en él, lo único que quedaba de él eran los bellos recuerdos que tenía y su numero telefónico que él le había dado el último día que se vieron…

Mientras para Alex su vida seguía sin ningún problema, a Berlín se le estaba destruyendo por completo. A su madre le diagnosticaron una enfermedad muy peligrosa de la cual aún no se había encontrado cura, tenía constantes problemas en el instituto, ya había dejado de ser una de las mejores alumnas del salón…
Ya que a su madre la enfermedad la había obligado a dejar de trabajar, su padre tenía que gastar más en los medicamentos y para poder vivir, todos sus ahorros los tuvieron que gastar para que su madre pudiera seguir viviendo…
Berlín no sabía qué hacer, se sentía tan sola y perdida, pensaba que no iba a poder encontrar una solución a todos los problemas que se le acumulaban…
Después de muchos días de sufrimiento, su madre muere, dejando sola a esa pobre niña y a su padre, Berlín ya no podía aguantarlo más, siempre se preguntaba el porqué la vida le había quitado a dos de las personas más importantes para ella, ¿Por qué quitarle a sus dos mejores amigos?...

Su padre quedó con muchas deudas con el hospital y con todos los médicos que hicieron lo posible por mantener viva a su madre, la única solución que tenían fue vender su casa y comprar una más pequeña para poder pagar todos los gastos que se le presentaron, más Berlín no se quería mudar, no quería dejar esa casa donde se crió y donde pudo tener en vida a su madre, su confidente, su amiga… No quería dejar ese parque donde descubrió lo hermoso de una amistad…

Pero su padre no podía hacer nada por ella, ya habían vendido gran parte de sus bienes, la solución era vender su casa y continuar con su vida…
Berlín aun sin poder aceptarlo, decidió llamarle a Alex, para informarle todo lo que había sucedido mientras el se comportaba indiferente tratando de evitarla, y que pronto debía mudarse…
Alex al escuchar la noticia quedó totalmente sorprendido, sentía que todo había sido su culpa, no pudo evitar el comenzar a llorar y colgó, la ultima cosa que pudo decir Berlín antes de que colgara Alex fue el día en que se mudaba y que le gustaría verlo algún día antes de irse…
Llegó el día en que Berlín y su padre se mudarían, mas no había rastro alguno de Alex, Berlín deprimida decidió recorrer su casa por ultima vez, tratando de recordar los pocos momentos hermosos que había vivido con su madre, cuando subió a su alcoba miró por la ventana y vio el parque, una lagrima corrió por su mejilla, un sentimiento de soledad recorrió la casa, salió de ella y le dijo a su padre – Por favor, dame un momento para recorrer el parque, quisiera estar sola y despedirme de él -, su padre aceptó la petición y le dio unos minutos mientras recorría la casa para revisar si algo faltaba…
Corrió al parque y se sentó en la misma banca donde conoció a Alex, recordando todos los momentos que pasaron juntos, la alegría que le daba verlo llegar, las risas que compartieron, en fin toda la alegría que vivió ahí, todos aquellos recuerdos la llevaron a un largo suspiro y aunque trató no puedo evitar llorar, desesperada dijo – ¡Mamá, por favor, ayúdame! - , en ese instante sintió que una mano le acarició la espalda, sorprendida volteó y unos ojos hermosos y llorosos la miraban, una gran sonrisa iluminó su rostro, se abrazaron y con dificultad para hablar Alex le dijo – Perdóname, por favor, perdóname… Mi intensión no era lastimarte… pero cada ves eres más hermosa y tenía miedo de lo que podía llegar a sentir por ti, lo que menos quería era que nuestra amistad se acabara y termine destruyéndola, no se que pensar y no se que decir, lo único que se es que te amo…

Aventuras del más allá

“Aventuras del más allá”
Autora: CArmen Lilia Aguiar
Hace muchos años, una familia que vivía en Los Ángeles se cambió a un pequeño condado llamado “Salen Statu”en la ruta 56. En esa familia había dos niños muy curiosos: una niña llamada Alejandra y un niño llamado Diego. Un día, Alejandra decide ir al bosque en busca de leña para la cabaña pero como no encontró nada, sólo vio a lo lejos un pantano con una enorme casa. Ya era tarde y tenía que regresar. Cuando vuelve, le dice a Diego: -¡ Vi un pantano con una enorme casa en el bosque! -¿Si?
-¡Sí! -¿Y qué hay?
-No entré porque me dio miedo.
Al otro día, Alejandra vuelve al bosque y Diego decide acompañarla. Cuando llegan al pantano se dan cuenta que era muy grande y que tenían que ir en canoa para alcanzar la otra orilla. Mirando con atención, descubren una balsa y ambos deciden llegar hasta la casa.
Una vez allí, tocaron, pero como nadie abría, deciden entrar por el patio trasero que parecía panteón de tan grande. Buscando, encuentran una puerta con un ventanal muy amplio y lo abren. En el mismo momento sienten que una fuerte corriente de aire frío sale y escucharon un tenue murmullo diciéndoles -¡Váyanse o les pasará algo malo!
Cuando llegaron a la entrada principal vieron que la balsa había desaparecido y como su casa quedaba muy lejos y les daba miedo nadar hasta la orilla, decidieron pasar ahí la noche; entonces fueron a investigar para ver si había colchas, o lámparas para alumbrar la casa ya que era muy obscura. En eso suben las escaleras y encuentran un largo pasillo con muchas puertas. Alejandra abrió una y encontró un enorme tocador con muchos perfumes, muchos cuadros que al caminar parecían que te miraban, un enorme baño con decoraciones de oro y un enorme jacuzzi que también tenía decoraciones doradas. Alejandra decide acostarse. La cama era suave como la seda e inmediatamente se quedó dormida.
Diego también se había quedado dormido.Al otro día Alejandra se despierta sintiendo frío, como si hubiera dormido en una cama de hielo; va a buscar a Diego y le dice : -¡Vámonos de aquí! -¿Por qué? Alejandra le dice:

-Porque esta casa está ¡EMBRUJADA!.

Amor, dulce amor

Autora: Julieta Alvarado M.
Género: literatura juvenil.


Capítulo # 1
Faltaba poco para las seis de la tarde, Molly iba acurrucada en el asiento trasero del coche. Más o menos cada 10 minutos evitaba las inquisidoras miradas de su padre, que iba a su lado.

-George… ¿cuánto falta para llegar? - preguntó la pelirroja a su querido chofer que iba al volante.

-Una media hora señorita- respondió el anciano mirando por el espejo retrovisor a la chica.

Estaba empezando a llover cuando por fin llegaron al Instituto para Señoritas Abraham Lincoln, Molly se bajó del auto lentamente mirando la vieja mansión donde era el Internado, le pareció demasiado lúgubre para ser una escuela.

-Vamos hija, camina que la Profesora Burbaje nos está esperando- dijo el padre de Molly mientras George bajaba el equipaje y lo depositaba en el frío asfalto.

El señor Evans tocó la gran puerta de roble que se alzaba imponente en la entrada del Internado, Molly simplemente lo miraba con rencor por el mismo motivo por el cual habían discutido ya una docena de veces.

Su madre había muerto hacía un mes y como su padre todo el día trabajaba, no hubo más remedio que buscar un internado para Molly; ella se negaba rotundamente y había tenido una enorme pelea con su padre por ese motivo, aunque en el fondo no le molestaba tanto la idea de permanecer en una escuela día y noche, sino que lo que más le entristecía era no estar con su papá, porque aunque era muy estricto, ella lo quería mucho.

Una señora abrió la puerta, era alta, de pelo negro recogido en un alto moño, tenía unos ojos grises y fríos, su cara estaba surcada de arrugas y de su bolsillo derecho colgaba un llavero con muchas llaves de diversas formas y tamaños.

-Buenas tardes Señor Evans, se ha retrasado 15 minutos- dijo la Profesora Burbaje fríamente mientras posaba su mirada en Molly.

-Tú debes ser la señorita Molly – dijo la profesora con una sonrisa en los labios, pero que no se reflejaba en sus oscuros ojos.

Hizo pasar a padre e hija a un gran salón iluminado por cuatro candelabros en el techo, Molly confirmó lo que había pensado, esa mansión ya debía tener varios años de antigüedad, todo se veía muy gastado y con una gruesa capa de polvo, al final del salón había una enorme escalera, que supuso conducía a los dormitorios de las chicas. La profesora los hizo pasar a su despacho, Molly se sentó apesadumbradamente en la dura silla de madera. Su padre en el sillón.

Inició una larga plática entre el señor Evans y la profesora (era la encargada del Instituto) donde le explicó la situación de Molly. Ella estaba observando el reloj cuyas manecillas parecían no moverse en absoluto. Después de 20 minutos que le resultó una eternidad, la Profesora Burbaje se levantó del asiento.

-Venga señorita Molly, le mostraré su habitación-dijo la profesora- Más vale que ya se despidan- añadió por último.

Molly caminó rápidamente hacia su padre y le dio un tierno abrazo.

-Cuídate pequeña, nos veremos dentro de un mes- dijo su padre dándole un beso en la mejilla.

-Adiós…- dijo la pelirroja subiendo los primeros escalones de la escalera, -¡Te quiero papá!

La profesora Burbaje la guió a través de muchos pasillos en penumbra, Molly sólo veía puertas, puertas y más puertas, por fin llegaron. Divisó la puerta de entrada a su dormitorio, era la número 113 y decía en letras doradas “Molly Evans”.
-Pasa por favor- dijo la profesora mientras abría la puerta con una reluciente llave
- Ya es hora de acostarse, sólo desempaca y te irás a la cama, mañana te explicaré las reglas y conocerás a tus compañeras.
-Está bien- respondió de mala gana la pelirroja.

Cuando Molly por fin oyó muy lejos de ella el suave tintineo de llaves que hacía la Profesora al caminar, se tiró bocarriba en su cama y miró la habitación.
Era un cuarto pequeño, las paredes eran color beige claro, había un gran armario de madera, al lado de la cama, un buró con una lámpara de noche y muchos cajones y al lado de la ventana, un bonito escritorio.
Molly se levantó de la cama y miró por la ventana, tenía vista al parque, que a esas horas de la noche estaba solo, nada más que las tenues luces de los postes iluminaban los solitarios juegos.
Se quitó su suéter y de su maleta sacó la bata de dormir, era azul celeste y de manga larga, se la puso y se amarró su larga melena pelirroja en una coleta; se volvió a tumbar en la cama mirando hacia el techo, no tenía ganas desempacar, no tenía ganas de observar más la habitación, no tenía ganas de nada.

-Así que aquí estoy- pensaba Molly – No sé cómo papá logró convencerme de venir a esta estúpida escuela- y absorta en sus pensamientos quedó dormida.


Capítulo # 2

Molly se despertó somnolienta, tardó unos segundos en darse cuenta en donde estaba y de comprender como había llegado hasta ahí. De mala gana se levantó de la cama, suspirando empezó a meter toda la ropa de su maleta en el armario, cuando terminó, vistió el uniforme del Internado que consistía en una simple falda gris, zapatillas negras, una blusa blanca y un suéter café. Se cepilló sl largo pelo y se miró en el espejo; se encontró un poco incómoda al verse con ese extraño atuendo, el suéter le quedaba grande y estaba muy arrugado, y la falda por el contrario le quedaba muy corta, frunció el entrecejo y trató de alisar el suéter con las manos, pero éste se empeñaba en permanecer arrugado; por fin se dio por vencida y se miró el rostro.

Molly era una chica muy linda, (aunque ella siempre afirmaba lo contrario), su cara tenía facciones finas, unos labios rosados, centellantes ojos verde-esmeralda y la cara surcada de pecas, su larga y lacia melena pelirroja caía sobre los hombros; era delgada pero ya se estaba desarrollando (pronto cumpliría 14 años), tenía un cuerpo muy bien formado y no era ni alta ni baja de estatura.

Se frotó los ojos para despertarse bien y se dispuso a bajar al comedor. Estaba muy nerviosa ya que anoche había llegado tan tarde que todas sus compañeras estaban dormidas y no había charlado con ninguna.

-¿Qué tal si no le agrado a nadie?-se preguntaba preocupada - ¿Qué tal si no logro hacer amigas y a todas le caigo mal?- Molly empezó a transpirar a causa de los nervios, pero reflexionando llegó a una conclusión:
-Si nadie quiere ser mi amiga, no es mi problema, bien puedo arreglármelas sola-, pensó encogiéndose de hombros.

Por fin divisó una gran puerta que tenía un letrero “Comedor- cocina”, se dirigió hacia ella, podía oír todo el murmullo de voces dentro. Miró el reloj al otro lado de la pared, eran las 9 y media, la Profesora Burbaje no la podía culpar si llegaba tarde, ¡no le había dado los horarios de las comidas, ni de las clases ni de nada! Si entraba justo en ese momento cuando todas las chicas estaban ya desayunando iba a ser el centro de atención, cosa que no le agradaba en absoluto, prefería esperar allí afuera. Pero su estómago opinaba lo contrario, se estaba muriendo de hambre, con eso de que se había ido a la cama sin cenar….

Reunió todo el valor que encontró en su ser y dando un largo suspiro abrió la puerta. Lo primero que vio fueron dos largas mesas, había como cincuenta chicas en cada una de ellas, platicando y comiendo animadamente, Molly empezó a caminar por el pasillo que dividía las dos mesas, de pronto todo el murmullo y el alboroto en el comedor desaparecieron. Todas las miradas se posaron en la chica pelirroja que acababa de entrar. Las alumnas conversaban entre ellas, Molly alcanzó a distinguir algunos susurros que sonaban así como “¿Quién es ella? o ¿A qué hora llegó? La inconfundible y autoritaria voz de la Profesora Burbaje que estaba sentada en la mesa de personal resonó por el comedor.

-¡Silencio!, ya basta- dijo la Profesora con voz fuerte pero sin gritar- Ella es Molly Evans y llegó anoche, por favor recíbanla como es debido- Molly por favor siéntate y sírvete.

Molly localizó una silla vacía al final de la segunda mesa junto a una muchacha rubia y robusta peinada de coletas de mirada cabizbaja y rápidamente se dirigió hacia ella, cuando se sentó la chica rubia la observó detenidamente y le estrechó la mano.

-Hola, soy Susan Carter , es todo un placer- dijo la rubia con una sincera sonrisa.
-Igualmente- dijo Molly estrechando su mano- perdona que me haya sentado aquí tan bruscamente, es que no había ningún otro lugar vació.
-No te preocupes, de todas maneras, casi nunca tengo a nadie con quien charlar- hizo una larga pausa- Ella se lo prohíbe- dijo Susan señalando disimuladamente a una chica alta, de pelo castaño oscuro y ojos cafés, de mirada arrogante. Era extremadamente guapa. Molly miró a su alrededor, había un grupito como de diez chicas observándola embobadas, asintiendo a todo lo que ella decía.Al parecer estaba contando una anécdota muy divertida e interesante porque todas la miraban con admiración y a la vez temor.

-¿Cómo que ella les prohibió a las demás hablarte?- preguntó la pelirroja mirando con repulsión a la “chica guapa”.

-Bueno, ella es Rose, la chica más bonita del Instituto, tiene su manada de esclavas, sólo escoge a las más bonitas para integrar su grupito (también a las más tontas), se dedican a hacerle la vida imposible a las demás y a presumir a todo el mundo cada cosa que le ha regalado su padre, por que es alcalde, presidente o no sé qué…
-Pero, espera…- dijo impaciente Molly- O sea que ¿ella puede decidir a quién le pueden hablar las demás y a quién no?

-Molly, ella sabe todo de todas, logra enterarse de tus más profundos secretos y si no haces lo que ella te dice, la escuela completa se enteraría,
Ella no me aceptó en su círculo de amigas por que…bueno, tú sabes- dijo la rubia con una mirada triste – no soy bonita, todas las demás siempre se dedican a molestarme.

-¡Susan!, no puedo creer que le hagas caso a esa bruja, por supuesto que eres bonita, y aunque no lo fueras tú vales mucho más que ella, por Dios sólo mírala – terminó la pelirroja viendo hacia donde estaba Rose.

En ese momento estaba pintándose los labios con un llamativo labial rojo, y también se alisó el sedoso cabello café con una mano.

-Vamos Luciana, ¡apresúrate!- gritaba escandalosamente Rose aventándole una bolsa rosa llena de brillos a una pequeña de pelo negro – Lleva ésto a mi cuarto y me traes la otra bolsa, la del maquillaje de París- decía lanzándole una severa mirada a la chica que asintió y salió corriendo del comedor con la bolsa en la mano.

-Ustedes, espérenme en el jardín, tengo que ir al baño –dijo Rose mirando a las demás que también se levantaron de sus asientos.

-¿Lo ves?- dijo Susan desde el otro extremo de la mesa- Son sus esclavas, tienen demasiado miedo para desobedecerla.

-Pobres,… ¡que bueno que tú no eres una de ellas!- dijo Molly.

-Gracias – murmuró la rubia chica con una sonrisa.

Molly terminó de desayunar un poco después de Susan que comía desesperantemente lento y por fin salieron al patio a tomar un poco de aire fresco.

-Y.... ¿de dónde eres Molly ? -

-De Londres, sé que está muy lejos pero es que mi madre murió hace un mes y pues, mi papá no puede cuidarme, así que me metió a este Internado – dijo la pelirroja.

-Lo siento mucho- dijo Susan - Sabes que puedes confiar en mí.
-Gracias, la verdad nunca pensé que fuera a hacer una amiga tan rápido- le dijo mientras caminaban a aso lento hacia los jardines del Instituto.

Era un gran patio central lleno de árboles y setos llenos de flores.
Molly avanzó hasta una banca y se sentó junto a Susan. Entonces leyó arriba de un muro alto un gran letrero que decía “Instituto para Varones Benjamín Franklin”.
¿Qué? ¿ O sea que al lado de su internado había uno de chicos?

-Susan, ¿qué es eso?
Le preguntó Molly señalando con el dedo el gran letrero de la escuela vecina.

-La escuela de los chicos por supuesto- contestó la rubia sin prestarle mucha atención a Molly.- ¿No sabías que estaba allí?

-¡No! Mi padre nunca me lo contó.
-Pero de todas maneras no nos juntamos, estamos completamente separados- dijo Susan mirando hacia el gran muro que separaba a los Institutos - Pero hay un pasadizo secreto por donde puedes entrar a su jardín.

-¿Qué? - peguntó la pelirroja, éso de “pasadizo secreto” le había sonado muy interesante.
-Sí Molly, mira por allá atrás del seto hay una pequeña puerta tapada por las plantas que sólo la usa el jardinero para ir de una escuela a otra más fácilmente.

-Wow- susurró Molly, por fin se había dado cuenta porqué Rose y las demás chicas tenían tanto interés en salir al jardín. En ese mismo momento varias estudiantes entraban sigilosamente por la puerta secreta. Molly distinguió una cabeza de sedoso pelo castaño oscuro entre la multitud de chicas.

-Y…las maestras ¿no se dan cuenta? -preguntó Molly.

-Jul – Susan estaba absorta en una lectura del libro de Historia – ¡Aah no! Molly, no se dan cuenta.

Y con esto la pelirroja se dio cuenta de que la charla sobre “el pasadizo secreto” y los encuentros con “chicos al otro lado de la puerta” había finalizado.

Capítulo # 3

Molly estaba tumbada en la cama, muy cansada después de un día ajetreado; después de esa hora libre del desayuno había tenido un sinfin de clases, de no haber sido por la ayuda de Susan, se habría vuelto loca.

Pero algo seguía dando vueltas en su cabeza, el pasadizo secreto ¿Cómo era que las maestras jamás se habían dado cuenta de que existía? ¿Qué harían los chicos del otro lado al ver entrar a las estudiantes a su terreno? Seguro ya las conocían y mantenían también el secreto, tal vez varias ya tenían novio y se veían a escondidas cada receso. Molly nunca había pensado en tener novio, sólo había tenido uno, por 10 minutos, cuando tenía cinco años, era su vecino y se llamaba Michael. Molly sonrió al recordar su pequeño romance.
Tal vez si despertara a Susan, podrían ir a explorar, a Molly siempre le habían gustado las aventuras, el misterio y el suspenso, pero imaginó la cara de su amiga cuando fuera a invitarla a su aventura nocturna, así que abandonó su plan, ya iría después ella sola.
Apagó la lámpara y en poco tiempo se quedó dormida.

Molly se despertó sobresaltada. Miró el reloj, eran las 3 de la mañana, había escuchado un ruido debajo de su cama, un ruido extraño pero constante, una especie de chillido pero se oía más abajo, como si hubiera un sótano o algún piso inferior.
-Ya basta Molly- pensaba para sí– Son sólo alucinación tuyas, tal vez es la madera que cruje de tan vieja que está. Se volvió a recostar sobre la almohada, pero los ruidos se siguieron escuchando, también le pareció oír un sollozo, después de mucho esfuerzo por fin cayó en los brazos de Morfeo.

Al día siguiente Molly se sentía cansada, no había podido dormir muy bien, esos ruidos habían continuado toda la noche.
Estaba en la clase de Matemáticas recargada sobre la mesa banco, volteó hacia Susan que le sonrió.

-Señorita Evans, podría decirme cuanto es x4 + x5 – x5 entre x-5 - preguntó súbitamente la Profesora Parker, era una señora regordeta y de mejillas rosadas, pero era muy estricta en lo que a disciplina se refería.

-Oh….yo…- Molly bajó la cabeza – No lo sé.
-Molly, tienes que ponerme atención cuando explico cómo hacer una división algebraica, por eso luego te confundes-dijo comprensivamente la profesora.
-Sí maestra-la pelirroja se volvió a recargar sobre la mesa banco y puso la mayor atención posible en los difíciles ejercicios de álgebra que escribía la profesora en el pizarrón.

Después de una hora de total aburrimiento, las amigas salieron del aula de matemáticas hacía el comedor.

-Susan, ¿hay un sótano o algo así en la escuela?- preguntó Molly deseosa de saber de dónde provenían los ruidos que había escuchado la noche anterior.
-No, que yo sepa no – contestó Susan.

-Entonces… ¿De donde o por qué los había oído?, tal vez todo había sido un sueño o producto de su imaginación, pero habían sido tan reales…, bueno por ahora no quería pensar en eso. De pronto su vista se detuvo en el espeso seto que se alzaba ocultando el pasadizo. Aún no quería contarle sus sospechas a Susan, la tomaría como una tonta niña pequeña así que decidió cambiar el tema antes de que su amiga le hiciera más preguntas.

-¡Hey Susan! ¿Qué tal si entramos al jardín de la otra escuela por la puerta secreta? Molly miraba directamente a los ojos tratando de convencer a su amiga.

No Molly, yo siempre he querido entrar, pero Rose y las demás prohíben pasar a las que no son de su grupo al internado de los chicos.

-Vamos Susan, por favor, hazlo por mí, sólo hay que asomarnos una vez, si ellas aparecen las enfrentamos.
-Pero Molly, ellas….son, ¡Malvadas!
-Ya Susan, sé valiente, es hora de que les des su merecido – diciendo ésto Molly tomó a su amiga por el brazo y mirando hacia los extremos se dieron cuenta que la mayoría de las estudiantes ya se hallaban en el comedor, así que sigilosamente se dirigieron hacía el seto.

Por fin entrarían al jardín del otro lado, aunque en verdad ella no sabía por qué tenía tanto interés en ello. Allí estaba la fría puerta que se confundía con la pared, detrás del gran seto que ocultaba su existencia; las dos chicas se adentraron en el seto y empujaron la puerta, era un jardín similar al del internado de las chicas, sólo que se veía un poco más descuidado y seco. Molly cerró lentamente la puerta detrás de ella, de pronto escucharon el inconfundible crujido que hace alguien al caminar por el pasto seco, un extraño hombre de barba se acercaba caminando hacia donde ellas estaban.
Rápidamente las dos se escondieron detrás de una fuente.

-¡Molly! ¿Qué hacemos?- susurró desesperada la rubia que parecía a punto de
llorar.
-No lo sé, ¡ shhhhh !- murmuró aún en voz más baja la pelirroja al oír que el sujeto se aproximaba a ellas.

-¡Hey! Por aquí, vengan- dijo cautelosamente una voz a detrás de la pared, Molly y Susan se dirigieron hacia él gateando lo más silencioso posible, por fin corrieron rápidamente y se pararon resoplando del otro lado del muro.

-¿Qué hacen aquí?- pregunto el chico que las había salvado, era castaño y de ojos grises, tenía una mirada bonachona y era muy alto.
-Lo que las demás chicas hacen – dijo Molly tratando de parecer intimidante, no confiaba mucho en aquel ojigris.

-¡No!, ya nos íbamos – la interrumpió la rubia que se veía muy nerviosa – Por favor sólo indícanos la salida, si nos encuentran aquí, nos matarán – Susan simuló con su mano un hacha cortando su cuello con cara de dolor.
-No hay otra salida, tienen que regresar por la misma puerta que entraron- replicó el ojigris posando su mirada en Molly.

Molly se asomó sigilosamente, el sujeto de barba ya se había ido, así que tomó a Susan del brazo y susurrando un “gracias” al chico, corrieron velozmente hacia la puerta y entraron a su familiar patio. Pero justo cuando iban saliendo del seto, apareció un grupo de chicas:

-¿Y qué hacen ustedes aquí? – la inconfundible voz chillona de Rose se alzaba entre los murmullos de sus fieles seguidoras.

-Este, pues nosotras….-Susan había bajado la cabeza.
-¿Qué te importa?- la interrumpió Molly, - Nosotras hacemos lo que nos da la gana.

-¿A sí?, miren chicas la cerdita idiota y su nueva amiga zanahoria están enojadas. Rose las miraba fingiendo un puchero y todas las demás chicas se empezaron a reír como locas.

-Susan… ¿notas aquí un desagradable aroma? Huele como a estúpidas, mejor vámonos porque puede ser contagioso – Molly trató de avanzar pero las amigas de Rose le cerraron el paso.

-A nosotras nadie nos llama así ¿entendiste ratita?- Rose miraba con desprecio a la pelirroja- Ah! Y por cierto qué hacen ustedes aquí, ¿no saben que sólo mis amigas y yo podemos entrar al jardín del otro Instituto? Sólo nosotras somos bien recibidas allí.

-No es cierto – Susan habló tímidamente -hay un chico que nos ayudó y…
-¿Qué?, ¿Cómo que un chico? No habrá sido Charlie… – Rose estaba roja de furia.

En ese momento Molly deseó con todas sus fuerzas que aquel chico ojigris que las había ayudado a salir fuera el tal Charlie, eso pondría furiosa a Rose.

-Ya vámonos Susan, estoy harta de estar entre esta gentuza y de contarles nuestra gran aventura con Charlie - y diciendo ésto Molly y su amiga corrieron escaleras arriba para su clase de Ciencias Naturales.

Capítulo # 4

Y así pasaron los meses, llegó el invierno entre clases, tareas, exámenes, más visitas secretas al otro jardín (claro, cuando Rose y las demás no estaban vigilando la entrada) se habían hecho amigas de Charlie que habia resultado ser el novio de Rose, Molly se llevaba muy bien con él, por supuesto esto a Rose no le agradaba en absoluto, así que buscaba cada oportunidad para molestar a Molly y a Susan.
El señor Evans ya había ido a visitar a su hija dos veces, ella lo encontraba muy cansado, pero bien de salud, sus visitas la habían alegrado mucho. A Susan nadie la visitaba, sus padres habían muerto y su tía era quien la cuidaba pero nunca podía ir a verla al Internado.

Sin embargo, había algo que la seguía intrigando, aunque pasó como un mes sin que se escucharan los extraños ruidos debajo de la cama, la última semana de noviembre se oyeron con mayor frecuencia, aún Molly no le había contado nada de eso a Susan, no quería preocuparla más de lo que ya estaba, (le daban ataques de nervios cuando se avecinaban los exámenes) pero Molly no sabía lo que le esperaba aquella fría noche del 28 de noviembre.

Eran las nueve de la noche, Molly estaba en su cuarto arreglando el armario, clasificaba su ropa de acuerdo a la que frecuencia con que las usaba, la ropa ligera para verano la amontonaba en un rincón, la de invierno la colgaba en los ganchos. De pronto distinguió el destello de algo en un rincón del armario, era la cajita donde guardaba la pulsera de su madre.

La sacó y la abrió cuidadosamente porque era su tesoro más preciado, esa era la pulsera de oro que le había regalado su madre en su cumpleaños; se tumbó en la cama con la cabeza hacia el suelo, le gustaba estar así, admirar sólo el viejo techo de la habitación y empezó a juguetear con la pulsera en sus manos, era muy bonita, tenía corazones dorados y brillaba espectacularmente para ser tan pequeña.

En un abrir y cerrar de ojos, la pulsera se le resbaló de las manos y cayó debajo de la cama, Molly rápidamente se hincó sobre el suelo y se asomó debajo de la cama.

-Tiene que estar allí, no la pude haber perdido- murmuraba para sí, mientras con su mano trataba de localizar la pulsera en aquella oscuridad.

Por más que buscaba, no lograba encontrarla, sólo palpaba con la mano la fría madera del piso, así que tomó una decisión, debía mover la cama, tenía que encontrar la pulsera de su madre.

Se puso de pie y con todas sus fuerzas trató de empujar la cama hacia el otro extremo de su cuarto, después de un minuto la cama se había movido unos cuantos centímetros así que siguió empujando hasta que logró moverla.

Cual no sería su sorpresa al ver que en medio de su cuarto, en el polvoriento piso de madera que estaba debajo de su cama se encontraba una trampilla, sí una trampilla por donde fácilmente cabría una persona.
La chica sin pensarlo dos veces decidió entrar; estaba nerviosa, no sabía lo que encontraría allí dentro, tomó una linterna de su maleta y se dispuso a bajar. Jaló hacia ella la cerradura de la trampilla, que se abrió al instante, salió mucho polvo por lo que Molly empezó a toser. No había ni rastro de la pulsera.

-Tal vez por fin descubra de dónde provienen los ruidos – Molly pensaba para ella, se había olvidado completamente de la pulsera perdida.

Había una estrecha escalinata de piedra, conducía a un sótano o a algún piso inferior (tal como Molly lo había pensado) empezó a descender por la escalera, estaba muy húmedo y en una fracción de segundo alcanzó a distinguir un sollozo, ¿serían los mismos que se oían cada noche? ¿Quién sería aquella persona que lloraba?
Siguió bajando la escalera y llegó a una especie de desván iluminado por unas cuantas velas, había un sin fin de objetos viejos, un estante repleto de libros, cortinas rotas, cuadros antiguos entre otras cosas todo tenía una gruesa capa de polvo, pero detrás en una silla de madera, gracias a la luz de su linterna, Molly distinguió una silueta de una persona.
Molly ahogó un grito, quería regresar, empezó a correr para subir la escalera cuando de pronto una voz la llamó.

-Por favor espera – una voz varonil que procedía de la persona que estaba sentada en la silla se iba acercando a la pelirroja que estaba paralizada en una esquina.

-¿Cómo llegaste aquí?- el individuo se iba acercando más cada vez.
Molly estaba paralizada, muerta de miedo, no sabía quién era aquel extraño sujeto.

-Yo...¿quién eres tú?- preguntó la pelirroja con voz entre cortada.

-Soy James Thomas, ¿y tú?- se acercó aun más a la chica, la tenue luz de la vela iluminó su rostro, era un chico de facciones finas, cabello negro y unos penetrantes ojos azules. Molly se quedó observándolo un momento.

-Soy Molly – la chica empezó a caminar por todo el lugar un poco más tranquila.
-¿Cómo encontraste la entrada a mi guarida?-preguntó el pelinegro.
-¿Tu guarida?, ¿Qué clase de sitio es éste?- Molly observó el estante de libros, tenía por lo menos cien.
-Sí, éste es el lugar a donde vengo cuando me siento triste- James se ruborizó-
Y también aquí crío a mis mascotas.
Acercó la vela hacia un rincón de la habitación, había una gran jaula de hámsters que chillaban y se movían sin parar.

-Así que estos animales eran los que no me dejaban dormir en la noche –dijo la pelirroja.
-Supongo, pero ¿Cómo es que llegaste hasta aquí?- Molly se dio cuenta de que el ojiazul parecía ansioso de conocer la respuesta a esa pregunta.

Molly le contó la historia de la pulsera perdida, de la trampilla y de cómo había llegado hasta allí, él le que cada noche bajaba por una trampilla igual a la que había en el cuarto de Molly y venía a refugiarse en “la guarida” porque necesitaba estar solo, sus compañeros de cuarto eran muy revoltosos y no lo dejaban tranquilo, platicaron de muchas cosas, Molly sentía que eran amigos de toda la vida, era una extraña confianza y ganas de que la plática no acabara nunca….

-Molly, será mejor que te vayas, -James señaló el viejo reloj que marcaba las cuatro de la madrugada – Fue un placer conocerte – James esbozó una sonrisa.

-Está bien, igualmente, ¿nos volveremos a ver?- Las mejillas de Molly se acaloraron.
-Por supuesto, si es que vienes a visitarme – James la tomó de la mano y los dos chicos subieron la larga escalinata hacia la habitación de la pelirroja.

-Adiós- susurró Molly- Suerte con tus hámsters.
-Hasta pronto madame – James hizo una reverencia y de nuevo bajo la escalinata.

Molly volvió a empujar la cama a su lugar original y cayó dormida soñando con un apuesto chico debajo de la trampilla que era criador de hámsters.

Capítulo # 5

Molly aún no estaba segura de si todo había sido un sueño o había sido verdad, por eso justo al amanecer se asomó debajo de la cama con una linterna y al ver la polvorienta trampilla sonrió.

Cada noche, Molly bajaba la escalinata hacia “la guarida” donde la aguardaba un chico lleno de sorpresas, caballeroso y sincero; platicaban durante mucho tiempo, ella le ayudaba con los hámsters y él con la tarea de matemáticas por que era buenísimo. Molly sólo aguardaba que acabara la hora de la cena para subir de nuevo a su habitación y cuando todas sus vecinas de cuarto apagaban las luces empujaba la cama y bajaba por la trampilla.
Esa noche los dos estaban limpiando la “guarida” por que las telarañas se empezaban a acumular en los rincones, Molly le estaba contando como era Londres.

-Y los edificios son muy bellos, James – la pelirroja estaba sacudiendo el estante de libros.
-¿Qué te pasa? El chico estaba muy callado y pensativo.

-Molly, tengo que decirte algo – tenía una mirada triste – Mis padres quieren que nos mudemos a Francia, me iré del Internado pasado mañana.

-¿Qué? – Molly se había quedado sin habla-No, James, tú no puedes irte, es una broma ¿Cierto?

-No, Molly, es verdad - James dejó la escoba en el piso y se tumbó en el antiguo sillón escarlata de la habitación.

-¡¿Me vas a dejar sola?!- Molly empezó a gritar - ¿O sea que les vas a hacer caso a tus padres y te vas a largar del Instituto? – Los ojos de la chica se llenaron la lágrimas.

-No, Molly, no es mi culpa, yo…
-¡Ya basta!- la ojiverde estaba dolida y se sentía traicionada - ¡Mi madre me dejó! ¡Mi padre me dejó también! ¿Y ahora tú me vas a dejar?

-¡Molly! Espera yo….- James la tomó del brazo.
Molly aventó el trapo al suelo y envuelta en lágrimas subió la escalinata y llegó a su habitación.

Al día siguiente todo le salió mal, había reprobado su examen de física por estar pensando en la pelea del día anterior, no quería que su mejor amigo la dejara, no quería.

Al medio día llegó a su cuarto y encontró un sobre de papel sobre su cama, lo abrió cuidadosamente y leyó el mensaje.

Querida Molly:

Lamento mucho nuestra pelea de ayer, quisiera que nos viéramos por última vez.
Te espero esta noche en el jardín trasero del Instituto para varones.
Espero que puedas ir, tenemos que despedirnos.

Con cariño, James.

Molly releyó la nota varias veces, así que sin perder un instante fue con Susan y le contó todo, Susan la escuchaba boquiabierta como si la historia de la trampilla debajo de su cama fuera fantasía, así que para que Molly pudiera ir en la noche con James, Susan debía hacer guardia en la habitación de la Profesora Burbaje que merodeaba por los pasillos de noche buscando cualquier alumna que desobedeciera las normas.

Llegó la hora, Susan iba en su bata de dormir y se paró detrás de un pilar que daba al patio, así podría hacerle una seña a Molly si la profesora se acercaba, era una noche lluviosa y fría. Molly salió de la escuela temblando, entró sigilosamente por el seto hacia el otro patio y distinguió una sombra.

-Hola- Molly estaba temblando de frío.
-Me alegra que hayas venido – James tenía una mirada de nostalgia – Vamos ten, te presto mi abrigo – el ojiazul se lo quitó y se lo colocó tiernamente a Molly sobre los hombros.
-Así que te vas… – Molly lo miraba.
-Eso parece – el chico pelinegro sacaba algo de su bolsillo que se movía – Toma Molly, esto es para ti, para que me recuerdes.
Era un pequeño hámster, lo depositó en las manos de Molly que estaban empapadas bajo la lluvia.

-Gracias James – una lágrima surcaba las mejillas de la chica que se mezclaban con las gotas de lluvia.
-Molly, yo… - James tomó las manos de ella entre las suyas.

Pero no fueron necesarias más palabras, todo estaba claro entre los dos.
El chico tomó entre sus manos el rostro de Molly y ella lo rodeo con sus brazos, se fundieron en un maravilloso y cálido beso sin importarles lo mojados o congelados que estaban bajo la lluvia.

-Molly, te amo- James la abrazó tiernamente
-Yo también te amo – y jurándose amor eterno los chicos de nuevo se unieron en un cálido beso mientras las gotas resbalaban por las mejillas de ambos.